Espectadores del tiempo I
De Alberto Larios Durán.
“Algún día, cuando se quemen todos los teatros, se encontrará en los sofás, detrás de los espejos y dentro de las copas de cartón dorado, la reunión de nuestros muertos encerrados allí por el público.” Fragmento de “El Público” de Federico García (sí, ese).
Así
decía el personaje “El Director” en el cuadro quinto y final de la obra. Y esa
reunión de la que hablaba será muy grande pues, ciertamente, a lo largo de los
siglos innumerables personas han sido espectadores de teatro. Todos, si no
muchos de nuestros antecesores muertos, habrán presenciado alguna obra de
teatro. Y fueron espectadores, no solo de la representación única e irrepetible
que vieron, sino del tiempo en que vivieron, de su época y el teatro que la
acompañaba.
El
teatro y el espectador pueden ser conceptos fijos que no han cambiado a lo
largo del tiempo. Seguramente si preguntásemos a personas de diferentes épocas
todos nos respondan con definiciones similares de estos dos conceptos.
En
griego teatro significa literalmente “lugar al que mirar” y espectador es la
persona que mira. Esta relación se ha mantenido así durante siglos, pero lo que
sí ha cambiado, son el tipo de espectadores y el tipo de teatro (siendo estos
reflejo de su sociedad y su época).
En
este artículo nos adentraremos en un viaje melifluo y etéreo a través de la
historia del teatro. Así conoceremos cómo eran el teatro y los espectadores de
otras eras, y cómo ha cambiado su concepción y las clases sociales a las que se
dirigía.
No
se sabe con exactitud cuando empezó el teatro. Hay discusión entre los expertos
sobre si sus inicios fueron puramente lúdicos, siendo historias colectivas y
personales contadas e interpretadas por los primeros humanos. Imaginemos a los
ancestros de nuestros más lejanos antepasados, esos que se encuentran en el
umbral de la humanidad, pero que todavía no llegan a pasar de la calle animal.
Es muy posible que las primeras representaciones con un actor y un público,
fuese ese homo pasado que volvía de una cacería y describía cómo había
conseguido su presa. Al fin y al cabo, todos somos actores de nuestras
aventuras, que contamos con más o menos entusiasmo, al espectador cercano que
quiera escucharnos.
O
si fueron religiosos, siendo todo ritual una forma de espectáculo sacro con una
determinada actuación que ofrecer a las deidades. En este último caso es donde podemos empezar a ver los elementos clave de un espectáculo. Ya que en el
caso anterior no deja de ser una historia personal, vivida y contada al libre
albedrío, sin unas normas ni una puesta en escena predeterminada, cosa que sí
tienen los rituales. Pues toda representación religiosa consta de un lugar
específico para su realización, guiado por uno o varios actores que tienen ya
un guión marcado que han de seguir.
Un
profesor, nos hizo el siguiente paralelismo entre un ritual y un espectáculo
teatral. El chamán o sacerdote podría bien asociarse con la figura del
director, puesto que es quien va a dirigir la función, decide qué va a
contarnos y cómo va a guiarnos. Muchos seguramente piensen, que el actor era el
chamán, he de decir que yo en su momento lo pensé, pero aquí nuestro maestro le
dio otro papel al actor dentro del ritual, el sacrificio.
Y
ciertamente, el sacrificio es el protagonista o digamos mejor el medio por el
cuál el sacerdote se vale para realizar el ritual. Ese actor se transforma
mágicamente en otra cosa, en algo divino.
Podemos
pensar en esto con infinidad de ejemplos como: el sacrificio que se ofrece en
las misas católicas, el pan y el vino se transforman en el cuerpo y la sangre de la
divinidad. Pensemos ahora en cuando un actor que conocemos su nombre, su edad y
su nacionalidad se convierte de repente en otra persona, con otro nombre, otra
edad y de otro lugar. ¿Vemos ya el paralelismo? A muchos en clase nos costó.
Lo
que es obvio es el papel del espectador, el fiel que presencia y es partícipe
del ritual. Este comprometido con el espectáculo se encuentra inmerso en él, porque tiene una necesidad más profunda que la de pasar el rato, necesita que
llueva o que deje de llover de una vez, o que no se mueran los miembros de
su misma especie o que se mueran de una vez… Y así las multitudes de
contradicciones por las que las personas llevamos siglos clamando al cielo.
Sea
como fuere, lo cierto es que el teatro y la religión irán de la mano durante
muchos siglos. Y aunque a veces uno busque su independencia individual y su
propio destino, las enseñanzas de nuestros padres siguen ahí. Así mismo, el
teatro siempre conservará esa esencia del ritual.
A
lo largo de este viaje de artículos teatrales de la historia, iremos
viendo la evolución de esos rituales religiosos que buscaron ir más a los
espectadores, que a los propios dioses, pues descubrieron que estos primeros
eran sus deidades, pero esto no se lo cuenten a nadie o se invertirán los
roles.
Pero
ahora viajemos al Antiguo Egipto, donde se tiene constancia de que se
representaban dramas religiosos, narrando la muerte y la resurrección del dios
Osiris.
Representación de Osiris en "El libro de los muertos"
Una
estela de la ciudad de Edfu nos dice:
“Acompañé
a mi amo en sus giras, sin fallar en la declamación. Le di la réplica en todos
sus parlamentos. Si él era dios, yo era soberano. Si él mataba, yo resucitaba.”
Así,
según los egiptólogos Étienne Drioton y Jacques Vandier es posible que
existieran grupos de cómicos ambulantes desde el Imperio Medio. Estos podríamos
considerarlos como de los primeros actores profesionales. Si bien, siguen
sirviendo a un fin religioso, aquí son ellos los que representan ese
sacrificio, no es un cordero, un dibujo o una estatua quien solo cumple esa
función, sino una persona contratada para transformarse por un momento en ese
ser divino al que quieren implorar.
Siguiendo
esta estela, hoy en día el teatro tiene un camino diferente al religioso, pero
es innegable que esa esencia mágica es la clave del teatro. Pues si a mí me
preguntan, les diré que: "la magia es la esencia del teatro".
De
Egipto saltaremos a la antigua Grecia, a Roma, al Medievo, al Renacimiento…
pero todavía quedan muchos siglos o puede que no tantos.
Bibliografía
de recomendamos
- DRIOTON, Etrienne y VANDIER, Jacques. Historia de Egipto. Buenos Aires, Editorial Universitaria, 1981. OLIVA, César y TORRES MONREAL, Francisco. Historia Básica del Arte Escénico. Madrid, Cátedra, 2011.
- PIERROTI, Nelson. El teatro dramático en el Antiguo Egipto. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Alicante, 2006.
- RUIZ RAMÓN, Francisco. Historia del Teatro Español (desde sus orígenes hasta 1900). Madrid, Cátedra, 2011.
- OLIVA, César y TORRES MONREAL, Francisco. Historia Básica del Arte Escénico. Madrid, Cátedra, 2011.
Comentarios
Publicar un comentario